Sobre el origen de las norias se han barajado diversas procedencias (Egipto, Mesopotámia, China, India, Grecia). Existen datos de que en el siglo III a.c. se poseían bases teóricas y técnicas para construir este tipo de aparatos con ruedas hidráulicas dentadas, además de tener experiencia en el uso de la tracción animal para mover artilugios.
A España llegó la noria de mano de agricultores asirios que se afincaron en Andalucía y Levante peninsular a partir del siglo VIII. Los árabes la emplearon, no sólo en agricultura sino también para el abastecimiento urbano y de baños públicos.
A mediados del siglo XIX se construyen norias de metal (hierro) con mecánicas perfeccionadas de origen francés. Pero en Almería se sigue empleando la noria clásica de madera.
Las construían maestros carpinteros.
Una vez excavado el pozo el carpintero tomaba las medidas del brocal y teniendo en cuenta la profundidad del pozo se fabricaban utilizando maderas duras, previamente curadas, de las existentes en los alrededores. El uso de clavos o soportes de hierros era escaso y se empleaban cuñas o ensamblajes de madera. Las reparaciones las hacían los dueños reponiendo sobre todo las piezas de los engranajes sujetas a rozamiento.
Actualmente se encuentran en situación de total abandono y sin escrúpulo alguno, las empresas constructoras las destruye sin piedad, a pesar de constituir un patrimonio rural así como una reserva de agua. Todo ello ante la pasividad de Ayuntamientos y organismos oficiales que no hacen nada al respecto mientras que, por ejemplo, en la zona del Levante se les considera una joya a proteger.
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